El esquema consiste en que el banco central (Banxico) debe tener objetivos o metas límite explícitas de inflación que debe cumplir a mediano plazo. Para que esto sea posible (y al igual que sucede en otros bancos centrales del mundo), el Banco debe ser dotado de autonomía y operar en un contexto en donde el tipo de cambio se encuentre en flotación, disminuyendo con esto la circulación o restringiendo la base monetaria y efectuando un control sobre los salarios; cuando no es así, el banco central puede enfrentar la disyuntiva de alcanzar su meta de inflación o mantener el tipo de cambio en una trayectoria o nivel predeterminado
Este esquema tiene otra característica importante:
Las acciones de política monetaria responden a una motivación preventiva más que correctiva y las intervenciones se deciden en función del análisis de un amplio conjunto de indicadores económicos. En ese contexto, resulta de la mayor relevancia identificar las causas de las presiones inflacionarias que se susciten.
Para convencer al público de las bondades de su operación, el Banxico debe explicar sus motivaciones, las dificultades que enfrenta y los beneficios de su actuación. La rendición de cuentas es, en suma, la contrapartida lógica y necesaria para su autono
mía. El Banco de México no adoptó el esquema OI de golpe, se ha tratado de un proceso que realmente inició con su autonomía constitucional, en abril del año 1994. Posteriormente, desde diciembre de ese mismo año, el tipo de cambio empezó a flotar, lo que significó que ya no se pudo utilizar como ancla o instrumento intermedio para la política monetaria. En su lugar, en un principio se recurrió a un agregado monetario (específicamente a la base monetaria), pero con el tiempo la operación de la política monetaria apoyada en ese procedimiento ya no fue eficaz.
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